En una de las noches más emocionantes que cualquier equipo o jugador profesional sueña con tener podría tener, los Florida Panthers iniciaron la defensa de su título con el pie derecho, venciendo en un emocionante encuentro a un joven conjunto de los Chicago Blackhawks, con marcador de 3-2 en la Amerant Bank Arena de Sunrise.
Esto, después de izar frente a 19,655 fervientes seguidores presentes, el banderín de campeón; un acto que repite el club por segundo año consecutivo, luego de ganar su segunda Stanley Cup en fila en la campaña pasada —superando nuevamente a los Edmonton Oilers en la final.
Pero claro, dicho público no parece estar satisfecho, al escucharse coros de “¡Queremos tres!”, “¡Queremos tres!” retumbando por toda la arena al momento de la ceremonia.
Y es que todo esto, más allá del sentido emocional del momento, genera ahora la inevitable presión de la historia. La búsqueda de un tercer título consecutivo sitúa a los Panthers en un terreno que la NHL no ha visto en 43 años, desde la dinastía de los New York Islanders. La ceremonia sirvió tanto de celebración como de catalizador para la nueva odisea.

























