Han sido unos años difíciles para los Chicago Blackhawks. Después de construir una dinastía que produjo tres Stanley Cups y nueve clasificaciones consecutivas a la postemporada entre la temporada 2008-09 y 2016-17, el desempeño del núcleo empezó a disminuir.
Sin embargo, no fue hasta los Playoffs de la Stanley Cup del 2020 que la directiva entendió que era el momento de un cambio. Era el momento de abrirle la puerta a una nueva generación.
Paulatinamente, el equipo de la Ciudad de los Vientos fue despidiendo a las figuras que tanta gloria otorgaron a la región. Y al mismo tiempo, inició una complicada pero inevitable reconstrucción.
Chicago viene de terminar en el último lugar de la División Central por segundo año consecutivo, en la que fue su cuarta campaña en fila con récord negativo, sumando en la 2023-24 la mayor cantidad de derrotas en una temporada (53) en la historia de la franquicia.
Pero las cosas parecen estar cambiando para bien para los Blackhawks.
El club ya cuenta con la cara de este proceso. Connor Bedard no sólo arrasó en votación por el Trofeo Calder —al novato más destacado de la temporada— sino que el delantero de Chicago se presenta ahora como uno de los jugadores más prometedores que se haya visto en la NHL en años.
Con apenas 18 años, Bedard terminó como líder (o colíder) en goles (22), asistencias (39) y puntos (61) entre los jugadores de primer año, convirtiéndose en el segundo jugador más joven en encabezar estas tres categorías desde que Sidney Crosby lo hizo en la 2005-06. Esto, a pesar de perderse 14 juegos producto de una lesión.