Ryan Nugent-Hopkins abrió el marcador en el primer período aprovechando una ventaja numérica, redirigiendo un pase magistral de McDavid. El capitán, operando desde su "oficina" cerca de la línea de gol, congeló a la defensa de los Bruins antes de filtrar el disco por la puerta trasera. Boston respondió con un gol de Pavel Zacha, pero el partido se convirtió luego en una batalla de trincheras durante el segundo período, donde ambos equipos lucharon por cada centímetro de hielo.
Fue en ese contexto de juego cerrado donde surgió un héroe inesperado para romper el empate. El novato Quinn Hutson, en apenas su segundo juego en la NHL tras ser llamado de la AHL, anotó su primer tanto en la liga. La jugada fue un testimonio del trabajo duro de la cuarta línea: Max Jones ganó una batalla en las tablas y lanzó el disco a la red, permitiendo que Hutson, mostrando un gran instinto ofensivo, aprovechara el rebote frente a Jeremy Swayman.
"Sí, fue genial", expresó Hutson, quien jugó su hockey universitario en Boston, añadiendo un toque poético a su estreno goleador. "He tenido algunos goles geniales en esta pista, pero ese fue definitivamente el más genial... Vi cómo entraba apenas, pero fue agradable verlo ingresar".
El momento decisivo del encuentro llegó al inicio del tercer período. Con los Oilers defendiendo una penalización de Evan Bouchard apenas a los 30 segundos, el escenario parecía listo para el empate de Boston. Sin embargo, Nugent-Hopkins mostró una paciencia extraordinaria a lo largo de las tablas en su propia zona defensiva, esperando el momento justo para filtrar un pase de salida a un McDavid que ya volaba por el centro del hielo. El capitán no perdonó en el mano a mano, definiendo de revés para el 3-1 definitivo.
El impacto psicológico de ese gol en desventaja numérica fue devastador para los locales, quienes vieron cómo su oportunidad de oro se transformaba en una desventaja de dos goles.
"Fue agradable contribuir de todas las formas", comentó el entrenador Kris Knoblauch, visiblemente satisfecho con la ejecución táctica de su grupo. "Conseguir el gol en el Power Play es lo habitual... El gol en desventaja, McDavid hace una buena jugada para meter el disco, pero todo empieza con 'Nuge' y la paciencia en el pase para preparar eso".
Sin embargo, la noche tuvo un costo físico considerable. La victoria tuvo un sabor agridulce debido a la lesión del portero Tristan Jarry, quien tuvo que abandonar el partido en el segundo período tras realizar 12 salvadas. Jarry, quien venía de ganar tres aperturas consecutivas, se lastimó al intentar un movimiento lateral, dejando una nube de incertidumbre sobre la portería de Edmonton.
Aquí es donde la profundidad del roster brilló con más fuerza. Calvin Pickard entró al relevo en la situación más difícil posible para un guardameta: frío, en el segundo período, con una ventaja mínima y en uno de los estadios más ruidosos de la liga. Lejos de intimidarse, Pickard estuvo impecable, deteniendo los 12 disparos que enfrentó, incluidas tres paradas de alto calibre justo después de ingresar, lo que permitió a su equipo estabilizarse emocionalmente.
"Pensé que estuvimos bastante herméticos defensivamente", elogió Knoblauch a su grupo, destacando las atajadas clave de Pickard en los momentos finales, especialmente durante el Penalty Kill del tercer período.
Con este resultado, los Oilers (17-12-6) suman 40 puntos y se colocan en el tercer lugar de la División del Pacífico, empatados en puntos con el mejor registro del mes de diciembre en toda la NHL (13 puntos). Este resurgimiento llega en el momento justo, consolidando a Edmonton como un contendiente serio en el Oeste. El equipo cerrará su gira el sábado enfrentando al Minnesota Wild, sabiendo que su capitán ha vuelto a la cima, que sus novatos pueden contribuir en momentos grandes y que tienen la resiliencia necesaria en la portería para ganar partidos "feos" cuando más importa.