No es solo porque el comisionado de la NHL, Gary Bettman, lo haya dicho antes de entregar la Stanley Cup este martes tras la conclusión de la Final de 2025 en la Amerant Bank Arena al capitán de los Florida Panthers, Aleksander Barkov, pero tiene razón: es el trofeo más difícil de ganar en el deporte.
En una NHL tan competitiva, con 32 franquicias, 82 duros partidos de temporada regular que incluyen en ocasiones giras largas y viajes extenuantes, para tener el derecho a jugar cuatro rondas de playoffs, y rematar con una serie por el título con el cansancio acumulado, los golpes a flor de piel, pero con el espíritu y la ilusión de ganar intactas.
“Ganar esto es mucho más difícil de lo que pensé, y además ganarlo dos veces”, declaró Sam Bennett, ganador del Conn Smythe Trophy como MVP de los Playoffs de la Stanley Cup. “Es decir, nos esforzamos demasiado para lograrlo. Estoy muy orgulloso de este grupo. Es increíble el equipo que tenemos aquí. Es la mejor sensación del mundo. No sé cómo describirla de otra manera”.
A ese respecto, después de levantar la Copa y en las entrevistas posteriores al colofón de la temporada, algunos jugadores de los Panthers pudieron divulgar que estaban jugando mientras contenían las lágrimas por el dolor y los estragos de las lesiones.
Por ejemplo, Tkachuk dijo que jugó con una hernia deportiva y un desgarre muscular en el mismo lado del cuerpo. Barkov tuvo que lidiar con molestias de un corte en la mano y por eso su producción se vio seriamente disminuida, mientras que Sam Reinhart, quien regresó después de un esguince de ligamento colateral medial de grado 2, no estaba al 100 por ciento.