Alex Sánchez @a_sanch_

Desde su fundación oficial en 1917, La National Hockey League se ha convertido en una de las cinco ligas más grandes del deporte profesional en América del Norte y con el pasar de cada temporada, nuevos mercados se suman a la afición, al tiempo en el que son más los jóvenes que se agregan a la práctica de esta disciplina. Por ello, NHL.com/es, presenta las conexiones existentes entre el hielo con personalidades fuera de la pista y esta entrega, destaca la perspectiva de un campeón que tanto dentro como fuera del cuadrilátero, ejemplifica los valores de lucha y carácter.

El silencio previo a un asalto en el boxeo tiene el mismo peso que los instantes antes de soltar el disco para arrancar un partido en la NHL. No importa quién esté adelante en ese momento, lo que define la victoria es la capacidad de ajustar, resistir y atacar cuando la oportunidad aparece. Esa filosofía define a Kevin Hayler Brown, un hombre que entiende que nada en la vida viene regalado y que la victoria comienza en la preparación, no en el espectáculo.

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Nacido en Nuevitas, un municipio de la provincia cubana de Camagüey, el recorrido de Brown comenzó cuando era apenas un niño con una energía que superaba cualquier duda. Probó distintos deportes sin tener claro su futuro: atletismo, baloncesto y béisbol. Pero el destino estaba a pocos metros de su casa. Sólo un pasillo lo separaba del gimnasio donde sonaban guantes contra sacos. Esos sonidos se convirtieron en una llamada imposible de ignorar. Así comenzó a los nueve años, sin imaginar que ese ruido representaba su identidad.

Al principio, el boxeo fue duro. “Era incómodo recibir golpes y adaptarme a la técnica”, recuerda el cubano. Sin embargo, sus entrenadores Yurney Durán, Humberto Romero, David Rodríguez y Giorbis Marte vieron algo especial, algo que él todavía no sabía que tenía. No lo dejaron ir, no lo dejaron rendirse ante la incomodidad. Lo empujaron a crecer y a entender que la disciplina también es un acto de fe, alguien cree en ti antes de que tú mismo lo hagas.

Gracias a ese apoyo, Brown se convirtió en un atleta que ganó desde pequeño. Su primera medalla llegó con apenas 11 años, cuando obtuvo el bronce en el Campeonato Nacional Escolar en 2005. Luego llegaron los oros, los invictos y los campeonatos consecutivos entre 2006 y 2010. Después ingresó al equipo nacional juvenil de Cuba, donde fue campeón juvenil en 2011 y 2012. Más tarde llegó la cima de su etapa amateur, el Campeonato Mundial Juvenil de 2012, donde no solo se llevó el oro, sino que también fue reconocido como el mejor boxeador del torneo.

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Su crecimiento lo llevó al equipo nacional de mayores, en los que entrenó con campeones olímpicos y mundiales. Fueron años de presión, sacrificio y expectativas dentro de un alto rendimiento marcado por la competencia interna. Fue medallista de oro, plata y bronce en campeonatos nacionales, y en 2021 disputó un Mundial donde quedó a una victoria del podio. A pesar de ello, su mente ya estaba enfocada en otra meta, el boxeo profesional.

La decisión llegó en 2022, durante un torneo Panamericano en Ecuador. Allí tomó el rumbo que cambiaría su vida. Abandonó la delegación y emprendió su destino hacia los Estados Unidos. “Mi mente se aclaró. Yo quería ser profesional y escribir mi propia historia”, afirma con convicción para NHL Español.

Nueva ciudad: Una nueva admiración

Hoy, desde Las Vegas, Brown continúa construyendo esa historia. Su vida en la capital del entretenimiento también lo conecta con otro espectáculo deportivo, el hockey, y con los Vegas Golden Knights, el primer equipo de una de las cinco ligas principales de los Estados Unidos en establecerse en la ciudad. Desde su llegada a la NHL, el equipo conquistó a la afición local con velocidad, fuerza y personalidad. Brown ve en ese crecimiento una similitud con su propia carrera.

“Ellos crecieron muy rápido y lograron respeto. Eso me identifica porque yo también tuve que ganarme cada oportunidad, paso a paso”, explica. El boxeador cubano observa con interés la mezcla de velocidad, choque físico y estrategia. “Es un deporte rudo donde no basta la fuerza. Hay que tener disciplina, buena condición física y mental. Y lo más importante, se gana en equipo. Eso es clave”.

Esa admiración también lo lleva a imaginar un rol si pudiera jugar hockey. No duda al responder. “Es una pregunta divertida, pero me gustaría ser defensa ofensivo. Me gusta proteger, pero también atacar cuando aparece la oportunidad. Es una posición con responsabilidad, fuerza y precisión. Eso es emocionante”.

Boxeo + Hockey y el apoyo hispano

Su perspectiva como pugilista le permite valorar cómo los deportes de combate sirven como base para la mentalidad necesaria en el hielo. “El boxeo enseña coordinación, tiempo de reacción, respeto y disciplina. Son valores que ayudan a cualquier deportista. La mente es la que te dice ‘uno más’ cuando el cuerpo ya se rindió”.

Brown también cree que el crecimiento del hockey en la comunidad hispana es cuestión de tiempo. “Si el deporte llega a nuestros barrios, va a crecer mucho. A los latinos nos gusta el contacto, la pasión, la competencia. Cuando amamos algo, lo volvemos cultura. Pasa con el boxeo, el béisbol y el fútbol. El hockey puede ser igual”.

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Su historia es la de un niño que escuchó golpes antes de entenderlos, de un joven que confió en sus entrenadores antes de confiar en sí mismo y de un hombre que cruzó fronteras para luchar por su sueño. En esa trayectoria de sacrificio, disciplina y carácter, el hielo encuentra puntos en común con el ring. Ambos requieren resistencia, fuerza mental, precisión bajo presión y un corazón que se niega a renunciar.

Tras una amena conversación con NHL Español, queda claro que Kevin Hayler Brown no se ve solo como un boxeador, sino como alguien que aprendió que la grandeza no está en evitar los golpes, sino en saber qué hacer cuando llegan. En esa filosofía, el boxeo y el hockey comparten el mismo idioma, pelear, resistir, levantarse y ganar.

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