SUNRISE, Florida -- Mientras el resto de los Florida Panthers se abalanzaban a la red, unos sobre otros, hacia compañeros con los que habían forjado lazos de hermandad durante mucho tiempo, Brad Marchand patinó lentamente por el hielo. Después, señaló hacia las gradas.
Fue solo entonces cuando se unió a la multitud, al montón de jugadores con quienes su nombre será inmortalizado en la Stanley Cup, siendo uno de los últimos en unirse a la masa vibrante en jubilosa celebración. Había pasado los últimos tres meses con esos jugadores, construyendo una química y camaradería que resultaría en un campeonato.
Con aquellas personas en las gradas, había pasado toda una vida.
“Solo reconocimiento, lo hicimos”, expresó su esposa, Katrina. “Voy a emocionarme. Simplemente decirnos como familia, lo hicimos. Valió la pena. Lo hicimos”.
A Katrina Marchand se le llenaron los ojos de lágrimas, pensando en los últimos tres meses que su esposo pasó en Boston sin ella, los últimos 14 años que Marchand ha estado trabajando y esperando este momento.
Acercándose, pero sin lograrlo. Cerca, pero no del todo.
¿Qué ha significado esto para ella, para ellos?
“Todo”, afirmó Katrina Marchand. “Absolutamente todo. Él se esfuerza al máximo cada día y ver que esto llega después de todo lo que ha pasado, no viendo que todo se desarrolle como pensábamos [en Boston], esto significa el mundo”.