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Los equipos generacionales son exactamente eso, un conjunto que marca un antes y un después en una generación. Las ramificaciones de un grupo que logre ganarse esa etiqueta quedan impregnadas en la eternidad del deporte.

Lo que acaban de hacer los Florida Panthers encaja a la perfección en ese grupo, luego de vencer a los Edmonton Oilers el martes para conquistar su segunda Stanley Cup consecutiva, en la que fue su tercera final al hilo.

Sin embargo, los efectos específicos de los Panthers parecen ser más especiales aun.

Considerando el crecimiento que ha tenido el hockey sobre hielo en los últimos años en la cultura latinoamericana, el hecho de tener a un bicampeón que representa una zona con tanta variedad cultural, como la que hay en el Sur de Florida, podría ser, pues eso mismo; generacional.

Claro, algunos de estos efectos podrían ser más tangibles que otros, pero no hay duda de que el impacto será profundo en la comunidad. De hecho, ya lo había estado siendo, incluso antes del segundo título.

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No hay que mirar muy lejos. Todo lo contrario. Sólo basta con mirar el complejo de hielo de los propios Panthers, ubicado a unos 15 minutos de la Amerant Bank Arena, en Coral Springs, en donde se ha venido disputando la Amerigol LATAM Cup desde su creación en 2018, con un crecimiento exponencial desde entonces, en especial en los últimos años, cuando, a unos pocos kilómetros de distancia, Florida ha estado brillando en la NHL. Esto es una muestra tangible del impacto del club.

Pero el éxito en la pista es solo una parte de la ecuación. Los Panthers han trabajado arduamente para conectar con la comunidad, y esa labor ha rendido frutos. Las exitosas campañas que han organizado en los últimos años, creando el popular

eslogan de “Vamos Gatos”, han sido clave para continuar abarcando a la creciente población latina, que se hace progresivamente más presente en la arena. El público latinoamericano residenciado en el Sur de Florida se ha encariñado con sus “Gatos”, demostrando un apego que va más allá del seguimiento directo al club, y que se siente en cada partido.

Esta parece ser la tormenta perfecta para incluso pensar en un estilo de ‘generación Panther’ de jugadores que se vieron inspirados en los éxitos del conjunto de Sunrise. El club no sólo está consciente de este fenómeno, sino que siempre fue parte del plan, que claramente ha recibido un catalizador en los últimos años, impulsado por los éxitos sin precedentes del equipo. La combinación de triunfos en la élite y el acercamiento a la comunidad ha creado un ciclo virtuoso.

Este ciclo de éxito e impacto se refleja en las palabras de quienes lo viven y lo lideran.

"Simplemente un grupo especial. Tenemos que ser una dinastía ahora", afirmó el delantero Matthew Tkachuk tras alzar la Copa. "Son tres años seguidos en la Final, dos campeonatos… Campeón de la Stanley Cup. Esto nunca pasa de moda”.

Para el delantero Sam Bennett, reconocido como el JMV de los Playoffs con el Trofeo Conn Smythe, el logro fue aún más grande: “Esto es mucho más difícil de lo que pensé que sería ganar, y ganar dos veces. Estoy tan orgulloso de este grupo. Es increíble el equipo que tenemos aquí… Es la mejor sensación del mundo”.

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Incluso el capitán de los Oilers, Connor McDavid, reconoció la valía de sus rivales: “Nadie se rindió, nadie tiró la toalla. Son un equipo tremendo. Son campeones de la Stanley Cup dos años seguidos por una razón”.

Para el portero Sergei Bobrovsky, la emoción de repetir el título era indescriptible: "No se puede explicar. Es un sueño hecho realidad. Es asombroso". Un logro que es fruto de un esfuerzo colectivo inmenso: "Es increíble porque ponemos muchísimo trabajo duro, y trabajamos juntos, y vamos a celebrar juntos. Así que es una sensación increíble que simplemente disfrutamos".

La cultura de equipo también fue fundamental. El entrenador Paul Maurice destacó la mentalidad desinteresada del grupo: "La conciencia que tienen de los demás... Todos esos muchachos que la tocaron primero, era su primera copa. Eso es lo que la hace especial, ser consciente de eso. Son para nada egoístas... no hay un orden jerárquico". Esta cohesión es lo que ha cimentado el éxito.

El impacto de este bicampeonato es innegable. Las dos Stanley Cups consecutivas no sólo consolidan a los Panthers como una de las potencias de la NHL, sino que establecen un precedente inspirador. Es imposible ignorar los efectos que esto podría

abarcar, más allá de la simple cantidad de seguidores del equipo. El triunfo en el hielo, combinado con una estrategia de alcance comunitario, está forjando una nueva identidad para el hockey en una de las regiones más diversas culturalmente de Estados Unidos. Es la materialización de un plan bien ejecutado, que ha sabido capitalizar los éxitos deportivos para generar un cambio cultural profundo.

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