Marchand Bennett Ekblad

En el mundo de los deportes, los términos de “los tres grandes”, “el núcleo de cuatro” o incluso “súper equipo” son bien conocidos. Sin embargo, los Florida Panthers parecen haber alcanzado un nuevo nivel, logrando algo que muchos consideraban como imposible hace apenas horas.

Inmediatamente después de alzar la Stanley Cup por segundo año consecutivo, una nube de incertidumbre empezó a rodear al club, debido al estatus de agente libre inminente que tenían Sam Bennett, ganador del Trofeo Conn Smythe de la última postemporada; Aaron Ekblad, quien ha pasado toda su carrera con el conjunto floridano que lo eligió con la primera selección del Draft del 2014; y Brad Marchand, un veterano de mil batallas que llegó al club en la Fecha Límite de Cambios pasada.

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Ellos tres fueron fundamentales en la conquista del último título. Y ahora, tendrán la oportunidad de continuar lo hecho en el sur de la Florida. Incluso antes del comienzo oficial de la agencia libre este martes, las tres figuras ya habían acordado extensiones de contrato con los Panthers.

Bennett negoció una por ocho años, Marchand por seis y Ekblad por ocho.

Pero lo más importante de todo es que no estarán solos. Ellos se unen al “núcleo de 10” que podría llevar a los Panthers a terminar de afianzarse como una dinastía generacional en la NHL.

Además de ellos, Aleksander Barkov, Matthew Tkachuk, Sam Reinhart, Carter Verhaeghe, Anton Lundell, Seth Jones y Gustav Forsling están bajo contrato hasta al menos el 2030.

La pregunta que resuena en toda la liga es sencilla: ¿Cómo lo lograron?

Cuando se le hizo esa misma interrogante al Gerente General Bill Zito en una rueda de prensa el martes, su respuesta fue humilde y reveladora, y habló mucho no solo de él, sino de la cultura que los bicampeones han construido.

“Yo no lo hice”, respondió Zito. “Fueron estos muchachos. No hay ninguna zona gris en absoluto. Esto fue cien por ciento algo de estos muchachos queriendo ser parte de algo que ellos mismos crearon. A veces nos ponemos poéticos sobre el equipo y la comunidad en la que se han convertido, y creo que este es un gran ejemplo de lo que eso significa para ellos”.

Esa mentalidad, donde los jugadores priorizan el éxito colectivo, es la base de la filosofía de Zito, quien reconoce que, para mantener un núcleo de élite unido bajo un estricto tope salarial, se necesitan sacrificios.

“La gente habla de los jugadores que se quedan, y los que se quedan generalmente aceptan descuentos”, explicó Zito. “Es porque quieren ser parte de esto, y lo entienden. No es una decisión financiera tomar menos dinero. Es porque los equipos ganan. Punto”.

Claro, este enfoque cambia su rol en las negociaciones. No se trata de una batalla por cada dólar, sino de un esfuerzo colaborativo para hacer que las piezas encajen. “Alguien me preguntó si estaba negociando”, comentó Zito. “Ni un poco. Estoy mediando, porque estamos gastando todo el dinero. Estamos tratando de que todos estén contentos”.

Y esa creencia es compartida por los propios jugadores, quienes han validado la estrategia de Zito con sus acciones y palabras. Para Bennett, por ejemplo, la decisión se basó en la oportunidad de forjar un legado duradero.

“Realmente tenemos la oportunidad de convertir a este equipo en una dinastía, y estoy agradecido de tener la oportunidad de ser parte de ello”, indicó Bennett. “Hay tantas piezas en este rompecabezas que crean este equipo y el éxito que tiene, y ser apenas una pequeña pieza de eso es un honor. Este es el núcleo con el que quiero estar”.

Ekblad se hizo eco de ese sentimiento, explicando que la lealtad va más allá del éxito en el hielo; se trata de un ambiente donde la organización invierte en los jugadores de todas las formas posibles, con el objetivo siempre de ganar.

“Habla mucho de la organización y de todo lo que hacen por nosotros, y de las ganas que tienen los muchachos de jugar aquí”, afirmó Ekblad. “Nuestra pista de práctica, nuestra pista de juego, los hoteles en los que nos quedamos en la carretera, la comida que comemos… la organización hace todo por nosotros. Así que es fácil querer quedarse aquí. Y luego, la cultura ganadora es simplemente un gran atractivo. Es la razón por la que jugamos”.

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A pesar de haber logrado lo que parecía imposible, Zito insiste en que la organización no puede caer en la complacencia. La meta no es sólo mantener el éxito, sino seguir construyendo sobre él.

“Honestamente, diría que vamos por el 50%”, dijo Zito sobre el potencial de la franquicia para ser un destino atractivo. “Hay tanto por hacer, y cada pequeño detalle importa. No hay que acomodarse ni relajarse. Siempre hay algo más que podemos hacer. Si seguimos intentándolo, creo que podemos seguir mejorando. Podemos seguir ayudando a los jugadores a ayudarse a sí mismos a ser mejores”.

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