Todavía se siente la celebración. No solo en la memoria colectiva del torneo, sino en cada repetición, en cada grito congelado en el tiempo, cuando Teddy Stiga empujó el disco en la prórroga frente a Finlandia y selló el oro para Estados Unidos. Fue un gol que no solo decidió una final: marcó el inicio de una nueva era para el World Juniors.
Del 26 de diciembre de 2025 al 5 de enero de 2026, el hockey juvenil volverá a adueñarse del calendario internacional con una edición especial, simbólica y profundamente competitiva. Estados Unidos será anfitrión por primera vez desde 2018 y lo hará en un escenario que respira hockey por todos los costados: las Twin Cities de Minneapolis y St. Paul. Eso, no es un detalle menor.
En lo deportivo, el contexto es tan potente como el entorno. Estados Unidos entra como bicampeón defensor, tras ganar el oro en 2024 y 2025 y con la posibilidad real de convertirse en el primer equipo en lograr un tricampeonato desde la histórica racha de Canadá entre 2005 y 2009. Al mismo tiempo, el gigante canadiense llega herido en el orgullo: dos torneos consecutivos fuera del podio, algo impensable para un país que vive este campeonato como un evento nacional.
Pero también, en medio de ese pulso norteamericano, Europa vuelve a levantar la mano con selecciones que ya no buscan ser la sorpresa, sino a competir directamente con los mejores del mundo: Suecia, Finlandia y Chequia llegan con argumentos sólidos para aspirar a medalla.
Grupos y sedes
El torneo contará con 10 selecciones, divididas en dos grupos de cinco equipos, con formato de todos contra todos en la fase inicial.
El Grupo A se disputará en St. Paul, en el Grand Casino Arena, casa de los Minnesota Wild, y estará integrado por Alemania, Eslovaquia, Suecia, Suiza y Estados Unidos.
El Grupo B se jugará en Minneapolis, en el 3M Arena at Mariucci, hogar de la Universidad de Minnesota, y contará con las selecciones de Canadá, Chequia, Dinamarca, Finlandia y Letonia.
Los cuatro mejores equipos de cada grupo avanzarán a los Cuartos de Final, con cruces intergrupales. Los equipos que terminen en el último lugar de cada grupo disputarán un duelo por la permanencia; el ganador seguirá en la élite y el perdedor descenderá para el año 2027.
El sistema de puntuación será 3-2-1-0: tres puntos por victoria en tiempo reglamentario, dos por triunfo en tiempo extra o tiros penales (Shootouts), uno por derrota en la prórroga o tanda de desempate, y cero por revés en los 60 minutos. En partidos eliminatorios, el tiempo adicional será de cinco minutos en tres contra tres, excepto en la final por el oro, donde se jugarán períodos completos de 20 minutos hasta que caiga el gol decisivo.
Favoritos en Minnesota
Estados Unidos llega con algo que no siempre acompaña al campeón: serenidad. El bicampeonato no fue producto de una sola generación brillante, sino de una identidad construida sobre disciplina, lectura del juego y una capacidad notable para sobrevivir a partidos cerrados. Jugar en casa suma emoción, pero también exige control. La clave para los anfitriones será manejar el peso del entorno y repetir la fórmula que los llevó al oro: presión inteligente, transiciones rápidas y una ejecución precisa.
Canadá, por su parte, llega con urgencia. No con pánico, sino con determinación. El talento nunca ha sido el problema; la diferencia estará en cómo transforme ese talento en autoridad cuando el margen se reduzca. El Grupo B presenta desafíos reales desde el primer día y los canadienses saben que no hay espacio para especular.
Suecia vuelve a presentarse como uno de los equipos más completos del torneo. Orden, profundidad y una ofensiva capaz de dominar largos tramos del partido. Su reto será mantener agresividad cuando el juego se vuelva físico y cerrado, especialmente ante rivales norteamericanos.
Finlandia, fiel a su historia, llega con menos ruido mediático, pero con la misma capacidad de siempre para competir por encima de lo que dicta el papel. Subcampeón en 2025, el recuerdo de aquella final perdida en tiempo extra sigue fresco. La estructura, el compromiso colectivo y el peso de su portería vuelven a ser sus principales armas.
Chequia ya no es una sorpresa. Tres podios consecutivos han consolidado a un programa que combina talento, carácter y una identidad competitiva muy clara. Si su desempeño bajo presión se mantiene, el techo vuelve a ser una medalla.
Seis jugadores que pueden definir el torneo
Entre los favoritos al título, hay nombres que no solo destacan por su talento, sino por su capacidad de influir directamente en el destino de sus selecciones y para denotarlos, se apela a un esquema de un equipo de hockey; dos defensas, tres delanteros y un portero, como previa al evento.
Sobre la línea azul, Cole Hutson representa el tipo de jugador que marca diferencias en torneos cortos. Su movilidad y lectura permiten a Estados Unidos salir limpio desde atrás y sostener el ritmo ofensivo sin desordenarse. En el caso de Chequia, Adam Jiricek aporta experiencia, minutos de agresividad y liderazgo en una línea azul que será exigida constantemente.
En el ataque, James Hagens es el motor creativo de Estados Unidos. Su capacidad para generar ofensiva en espacios reducidos lo convierte en un factor constante. Por Suecia, Anton Frondell aparece como el termómetro del ataque: Cuando él encuentra ritmo, el equipo fluye. Y en Finlandia, Aatos Koivu encarna el equilibrio perfecto entre estructura y talento, un jugador capaz de romper el libreto en el momento justo.



















