100225 es Marco Treviño

Entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, la National Hockey League celebra el Mes de la Herencia Hispana, por lo que NHL.com/es, ofrecerá historias fascinantes sobre la comunidad latinoamericana del hockey. Desde entrevistas con figuras de la NHL, hasta futuros prospectos y el crecimiento de este deporte en todas las áreas, NHL.com/es brinda una cobertura total de esta ocasión especial.

El hielo no es el único lugar en donde los hispanos se están abriendo camino dentro del hockey. En la banca también ya empieza a verse presencia latina, como Marco Treviño.

El entrenador de origen mexicano lleva 15 años dirigiendo en el hockey juvenil estadounidense. Y este julio dio otro paso en su desarrollo en la banca al ser nombrado entrenador asistente del equipo de la Universidad de Robert Morris, el cual participa en el hockey de la NCAA División I, el máximo nivel del hockey universitario en Estados Unidos.

“En la temporada baja la posición quedó disponible en RMU y yo ya conocía al entrenador en jefe. Derek Schooley me llamó y platicamos un poco sobre si estaría interesado en el puesto, y obviamente yo estaba muy interesado, así que ahí empezó el proceso”, dijo Treviño a NHL.com/es. “Ahora vivo en Pittsburgh, y RMU está como a 20 minutos al sur de donde estoy, no es tan lejos. Tenía la oportunidad de subir de nivel en la NCAA y trabajar con un entrenador en jefe que tiene muchísima experiencia. Creo que eso era una prioridad para mí, así que fue una decisión muy clara y una oportunidad que no podía dejar pasar”.

En su cargo previo, Treviño, de 41 años, fue el entrenador en jefe del equipo Tri-City Storm de la United States Hockey League (USHL), una de las ligas de desarrollo más importantes del hockey en Norteamérica. Tras ser asistente, dirigió al club como timonel absoluto en la temporada 2024-2025. Tuvo un buen desempeño al registrar una marca de 29-29-3-1 y llevó al equipo a los playoffs.

Coach Treviño Photo 3

“Es un comienzo difícil cuando llegas a mitad de temporada y reemplazas a alguien. La persona para la que yo trabajaba en realidad fue despedida al principio, pero yo ya llevaba un par de años ahí, así que conocía muy bien al equipo y a los jugadores”, contó Treviño. “En ese momento lo único que quieres es darles a los jugadores la mejor experiencia posible, y creo que con eso en mente se va moldeando tu manera de entrenar. También te quita un poco de peso de encima, porque piensas: ‘hagámoslo por las razones correctas y por los muchachos’”.

“La transición no fue tan complicada; se trataba de estar ahí para los jugadores y, durante el cambio de entrenador, darles liderazgo y una dirección hacia adelante. Con el tiempo, conforme te vas sintiendo más cómodo como entrenador en jefe —cuatro o cinco meses después— todo empieza a fluir, los sistemas ya están establecidos y entonces se trata más de ser un líder y hacer lo correcto cada día”.

Su experiencia con Tri-City Storm le dejó una gran lección que tendrá bastante presente por el resto de su carrera.

“La mayor enseñanza que podría decir, es simplemente tener relaciones positivas con los jugadores. Porque obviamente las cosas cambian y nunca sabes qué va a pasar”, indicó Treviño.

“Pero al tener relaciones positivas con ellos, los muchachos confían en ti y entienden que lo haces por las razones correctas y que vas a ayudarlos. A partir de ahí, la parte de entrenar se vuelve bastante sencilla”.

Antes de llegar a la banca, Treviño fue un jugador juvenil sobresaliente. Jugando en la posición de defensa llegó hasta la USHL con los equipos de Waterloo Black Hawks y Sioux City Musketeers. Pero tras el final de su carrera, pudo extender su vida en el hockey como entrenador. El mexicoamericano contó que, de inicio, no estaba seguro de si quería perseguir una carrera en la banca, pero eso cambió rápidamente.

“Cuando empecé, ni siquiera estaba seguro de querer hacerlo, pero una vez que entré al equipo de hockey y comencé a entrenar, realmente lo disfruté”, señaló. “Se volvió algo que me encanta hacer y que quería seguir haciendo. Creo que al principio llegué a esto gracias a un amigo, y de repente me enganché, me atrapó, y quise seguir haciéndolo año tras año”.

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Orgullo por sus raíces

Treviño es un mexicanoamericano de primera generación. Su padre, Bernardino, nació en Linares, Nuevo León, y emigró a Estados Unidos cuando tenía 17 años. Su madre, Gloria, nació en Michigan de padres mexicanos.

Creciendo en el área de Detroit, el acercamiento de Treviño con el hockey fue natural, pese a que no es un deporte muy común para chicos mexicoamericanos.

“De chico, mi hermano veía a los Detroit Red Wings y decidió que quería jugar hockey un día, cuando tenía nueve años. Mis papás lo llevaron a la pista local y yo tenía cuatro años en ese momento, así que empecé a jugar cuando él empezó. Es uno de los pocos deportes que puedes comenzar a esa edad”, explicó. “Ya sabes, no hay futbol para niños de cuatro años ni béisbol para niños de cuatro años. Así que yo empecé con el hockey, y mis papás nos llevaban a las sesiones de patinaje libre cada semana. Pasábamos muchísimo tiempo en la pista porque querían que fuéramos competitivos”.

En su adolescencia, Treviño también participó en otros deportes. Pero el hockey era su mundo.

“El hockey prácticamente consumía todo mi tiempo durante el año. Cuando tenía como 14 años, tuve que elegir un deporte, y realmente no fue difícil decidirme por el hockey”, dijo. “Jugué algo de béisbol y algo de futbol hasta esa edad, y eso fue lo que llenó mi infancia en los veranos, entre béisbol y futbol. Pero siempre había torneos de hockey, equipos estelares, equipos de torneo, campamentos nacionales y cosas por hacer, así que el hockey simplemente se convirtió en un deporte de todo el año”.

Treviño contó que fueron dos cosas las que lo atrajeron al hockey: el hecho de que descubrió que era bueno con los patines y el bastón, y que este deporte unía a su familia.

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“Era bastante bueno desde pequeño y me aferré a simplemente disfrutarlo, porque creo que se me daba bastante bien. Era algo que siempre podíamos hacer en casa. Mi hermano y yo jugábamos hockey en el sótano con mini bastones”, expresó. “También jugábamos hockey en la calle. Mi papá incluso ponía una pista en nuestro patio delantero. Así que era algo que podíamos hacer todo el año, algo que podíamos disfrutar en familia y hacer juntos”.

Dentro de un deporte en el que no había otros jugadores mexicoamericanos, Treviño indicó que siempre se sintió “como uno más” jugando en el hockey juvenil en Detroit. No obstante, tenía su identidad hispana bastante clara. Cree que la gran ética de trabajo que caracteriza al latino en Estados Unidos es el aspecto de su herencia y cultura que más ha tenido presente a lo largo de su recorrido en el hockey. Es algo que lo define.

“Incluso fuera del hockey, y dentro del hockey, siento que mi crianza me dio una ética de trabajo: querer salir y no depender de nadie, y en todo lo que hago, ir a trabajar cada día, mantener la cabeza abajo, la boca cerrada y simplemente trabajar”, dijo. “Creo que eso me mostró la manera de que, si vas a hacer algo en este mundo, lo que sea que quieras hacer en la vida, va a requerir trabajo duro, y obtienes lo que trabajas para lograr”.

“Si quieres hacer algo, puedes lograrlo; toma tiempo, pero si trabajas lo suficiente, eventualmente lo conseguirás. Esa ética de trabajo es algo que no doy por sentado, y es algo por lo que estoy agradecido de haber aprendido, junto con la herencia mexicana”.

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