"Creo que hemos construido un juego sólido últimamente", comentó Gaudreau. "Me enorgullece hacer esos pequeños detalles que ayudan a cambiar el momento del juego".
El entrenador de Minnesota, John Hynes, también elogió el esfuerzo del equipo: "Fue una batalla dura. Entrar aquí y ganar después de un viaje largo significa mucho".
La noche del martes fue particularmente especial para Fleury en otros aspectos también. Este juego representó su presentación número 100 con el Wild, una cifra que se suma a un total de 1,028 partidos en su carrera, acercándose a uno de igualar a Patrick Roy en la tercera posición de juegos disputados por un portero en la historia de la NHL — Martin Brodeur (1,266) y Roberto Luongo (1,044) ocupan las primeras dos posiciones de por vida.
Pero la verdad es que Fleury es mucho más que sus estadísticas y logros. En Pittsburgh, es sinónimo de sacrificio, de compromiso y de momentos que jamás serán olvidados. Su liderazgo y carisma lo han convertido en un ícono.
"He tenido algunos juegos difíciles aquí", dijo Fleury con una sonrisa melancólica. "Esta vez, fue diferente. Se sintió como en los viejos tiempos. Es difícil creer que esta sea la última vez, pero siempre estaré agradecido".
El martes fue un recordatorio de por qué Marc-Andre Fleury será siempre uno de los suyos, un símbolo de lo mejor que el hockey tiene para ofrecer. Aunque esta vez, su victoria fue en su contra, el público de Pittsburgh celebró con él. Fleury se despidió del hielo de la PPG Paints Arena con la misma elegancia y humildad que lo han definido a lo largo de su carrera. Sin duda, esta noche será recordada como una de las últimas grandes páginas en la carrera de un guardameta que, al final del día, siempre llevará a Pittsburgh en el corazón.