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La historia de la National Hockey League es una de las más convincentes de los principales deportes profesionales. Cada semana, NHL.com/es te lleva al interior de la fundación y evolución de la liga, con episodios puntuales. En esta entrega, el viaje a través del tiempo, sirve para recordar a uno de los íconos más grandes no sólo en la ciudad de Pittsburgh, sino en el mundo del hockey.

Durante esta semana los Pittsburgh Penguins fueron noticia debido a la venta del equipo, hacia el grupo Fenway Sports, quienes son propietarios de los Boston Red Sox de la Major League Baseball, el Liverpool de la English Premier League, el Roush Fenway Racing de NASCAR y el estadio de béisbol Fenway Park. John Henry es su principal dueño y el jugador de la NBA LeBron James, se encuentra entre sus socios.
Sin embargo en la transacción quedó claro una cosa: Mario Lemieux seguirá siendo parte de los Penguins, manteniendo su rol como uno de los dueños. Y es que pocos atletas en la historia de los deportes profesionales, han causado una huella tan grande como la que el cinco veces campeón de la Stanley Cup, ha dejado tanto en la institución como en la ciudad de Pittsburgh.
El recorrido comenzó hace más de tres décadas
Nuevas esperanzas
Previo a la noche del 9 de junio de 1984, la expectativa era inmensa en los alrededores del Montreal Forum, para conocer la selección de los Pittsburgh Penguins en aquel Draft de la NHL. Si bien, no hubo sorpresas al momento de escuchar el nombre de Mario Lemieux, la realidad es que el equipo no sólo estaba escogiendo a un jugador que pudiese elevar el nombre de la institución, también, el club esperaba que el espigado delantero se convirtiera en la imagen de una franquicia que nueve años antes, se había declarado en bancarrota.
"Luego de cruzar el túnel, me enamoré de la ciudad. Llegué aquí sin hablar inglés, pero sabía que me iba a quedar por mucho tiempo". Así, de grande fue la visión de un joven Lemieux, quien, con sólo 18 años, ya anticipaba una carrera legendaria que como bien indica la historia, sería cumplida.
Paul Steigerwald, quien desarrolló una carrera como narrador y comentarista de hockey sobre hielo, trabajó como Director de Marketing para los Pittsburgh Penguins en 1984 y en una entrevista para NHL en 2017, año en que la liga celebró su centenario, recordó el momento en que fue a buscar a Lemieux al aeropuerto. "Lucía como un príncipe que estaba entrando hacia su nuevo reinado".

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Comienzo soñado y sinónimo de triunfo
La carrera de Lemieux estaba destinada a ser grande, de hecho su primer gol en la liga, lo anotó en su partido de estreno ante los Boston Bruins, específicamente en su primer remate como profesional, después de robarle el disco a uno de los mejores defensas en la historia del hockey en Ray Bourque, para hundirlo en la red y darle el empate a Pittsburg 1-1 en aquel entonces.
De esa forma, inició el recorrido para una memorable temporada que terminó con 43 goles y 57 asistencias para un total de 100 puntos, que le permitieron llevarse el Calder Trophy tras ser reconocido como el Novato del Año. El rendimiento era la continuación de su carrera juvenil, en la que en su último torneo con el equipo Laval, impuso un record para la Quebec Junior Major Hockey League, gracias a 282 unidades totales.
En sus primeras seis temporadas, Lemieux superó la barrera de las 100 unidades, incluyendo 168 en la 1987-88, cuando marcó 70 tantos para liderar la liga en esas dos categorías y así, obtener su primer premio al Jugador Más Valioso (Hart Trophy). En su siguiente campaña, el delantero no ganó el MVP, pero pasó de 168 a 199 puntos y comandó la NHL en las tres principales categorías ofensivas, gracias a 85 goles y 114 asistencias.
Más allá de los números, estaba la proliferación de su estilo. Prueba de ello, fue lo ocurrido el 31 de diciembre de 1988, cuando ante los New Jersey Devils, Lemieux consiguió marcar cinco goles, en cinco formas diferentes: Tiro penalti, Power Play, inferioridad numérica (shorthanded), fuerzas aniveladas y con la red vacía. Hasta la fecha, ningún otro jugador ha podido lograr la hazaña.

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"Super Mario"
Lemieux comenzó a sufrir problemas en su espalda desde sus primeros años en la liga, pero en la campaña de 1989-90, sus dificultades físicas se incrementaron. "Algunas veces ni siquiera se podía amarrar los patines, pero aún estando en un 50%, seguía siendo el mejor jugador sobre la pista". Recordó el integrante del Salón de la Fama, Larry Murphy, quien fue compañero de Lemieux por cinco temporadas.
Si embargo, los dolores no frenaron al delantero de los Penguins y en ese mismo torneo 89-90, el jugador hilvanó 46 partidos sumando puntos. No obstante, fuera de la pista había una realidad que no pudo ser negada y Lemieux tuvo que someterse a una cirugía de espalda, previo a la temporada de 1990-91. Por si fuese poco, una infección adicional lo mantuvo tres meses fuera de competencia.
En enero de 1991, Lemieux comenzó a patinar nuevamente y tras completar la rehabilitación, se incorporó a los Penguins el 26 de aquel mes ante los entonces Quebec Nordiques, repartiendo tres asistencias para la victoria 3-0. El atacante registró puntos en sus primeros tres juegos y luego, tras irse en blanco por dos cotejos en fila, logró hilvanar una seguidilla de 13 partidos sumando unidades.
La vuelta de Lemieux fue inspiradora para un equipo de Pittsburgh que en los playoffs, dejó en el camino a los New Jersey Devils, Washington Capitals y Boston Bruins, antes de vencer en seis compromisos a los Minnesota North Stars (hoy en día, Dallas Stars) en la final de la Stanley Cup, logrando traer la corona a una franquicia que nuevamente estuvo cerca de cerrar sus operaciones. Gracias a 44 puntos, producto de 16 goles y 28 asistencias, el delantero fue nombrado como el Jugador Más Valioso de aquella postemporada.

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Después de conseguir el primer campeonato de su historia, los Pittsburgh Penguins, gracias al impacto de Mario Lemieux, ganaron respeto y al año siguiente, en la temporada de 1991-92, el conjunto defendió su título, barriendo en cuatro juegos a los Chicago Blackhawks para retomar la gloria. En aquella ocasión, el jugador aportó 34 unidades (16 goles y 18 asistencias), para volver a llevarse el trofeo Conn Smythe como el MVP de los playoffs.
Lemieux comenzó la temporada 92-93 a todo tren, pero una vez más la salud fue un problema, en esta oportunidad, con algo más grave: Cáncer. "Esto no me va a cambiar la vida", dijo el jugador cuando anunció la enfermedad en una conferencia de prensa. Así fue, en el último día de su tratamiento, el delantero volvió a la pista y recibió una ovación de pie por parte de los aficionados de los Philadelphia Flyers. Tras vencer el cáncer, terminó la campaña como líder en puntos gracias 160 unidades.
Ganador en todos los sentidos
Hablar de Lemieux, es sinónimo de triunfo. Dos campeonatos, seis veces líder de la liga en puntos y otras tres, máximo artillero de la NHL, en conjunto con tres reconocimientos como Jugador Más Valioso. Al momento de su retiro, era el líder del equipo en todas las categorías ofensivas. No obstante, su historia estaba lejos de terminarse.
Los problemas financieros volvieron acechar a los Penguins en 1999 y el conjunto afrontó la posibilidad de ser vendido e irse de Pittsburgh. Fue entonces, cuando Lemieux llegó al rescate, encabezando a un nuevo grupo de accionistas para comprar la franquicia y mantener al club en la ciudad.
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Un año después, salió del retiro para volver a la pista, hasta que finalmente se despidió de la acción en 2006, no sin antes hacer uno de sus mayores aportes; reconocer y lograr elegir a Sidney Crosby en el Draft previo a esa campaña, en lo que, sin dudas, fue el cambio generacional más exitoso en la historia del hockey, pues tres títulos de la Stanley Cup, desde aquel año, aumentaron el palmarés de Lemieux a cinco trofeos en total.
Sin lugar a dudas, Lemieux se estableció un ícono de su deporte, ganando múltiples campeonatos, premios individuales, superando lesiones y hasta un cáncer, para ver acción en tres décadas distintas, con 17 años de carrera en los que además fue elegido al Juego de Estrellas en 10 ocasiones. Quizás lo más impresionante del integrante del Salón de la Fama, es que a pesar de no haber disputado ni siquiera mil partidos, terminó con 1723 puntos en 915 juegos, para un promedio de 1.88 por cotejo.