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Una de las particularidades de eventos como la Global Series, en donde los Pittsburgh Penguins y los Nashville Predators protagonizarán dos juegos en la Avicii Arena de Estocolmo, Suecia, en la edición del 2025, es la vida más allá del hielo.

Además de complacer audiencias que en escasas ocasiones pueden disfrutar en persona del talento de la NHL, es la absorción de la cultura y tradiciones de ese país en los jugadores que la visitan, así también como aquellos que quizás son originarios de allí.

Y claro, para el delantero de los Penguins, Rickard Rakell, la NHL Global Series Sweden se trata de un regreso a casa. El oriundo de Estocolmo, además de disfrutar en su tierra, en donde tendrá posiblemente a muchos familiares y asistiendo en persona en los juegos del viernes y domingo, también funge como una especie de anfitrión para el resto de sus compañeros, que están conociendo sus raíces por primera vez.

Aunque la narrativa deportiva tiene un matiz agridulce para Rakell —quien no verá acción de juego debido a una cirugía en la mano izquierda realizada a finales de octubre— su impacto en este viaje ha sido fundamental. Lejos de aislarse, el veterano ha transformado su infortunio en una oportunidad de liderazgo, asumiendo el rol de embajador cultural y "director de química" del equipo. En una liga donde el calendario es implacable, estos días en Europa representan una rara oportunidad para fortalecer los lazos del vestuario, y Rakell se ha asegurado de que la experiencia sea auténticamente escandinava.

La inmersión comenzó apenas el equipo aterrizó. Con un día libre programado para aclimatarse al cambio de horario y explorar la ciudad, Rakell tomó las riendas. No se trató solo de pasear por las calles empedradas de Gamla Stan, sino de abrazar el estilo de vida local.

"Ha estado genial. Organizó una cena de equipo la primera noche y armó un día de spa ayer", relató el delantero Bryan Rust, quien admitió tener una conexión vaga pero presente con el país. "Sí, creo que soy como un 20 o 25 por ciento sueco o algo así... pero sé que eso está ahí en alguna parte".

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Para Rust y el resto del contingente norteamericano, tener a un guía local ha marcado la diferencia: "Ha estado cuidando a los muchachos, mostrándonos cómo funcionan las cosas aquí".

El "día de spa" no fue una simple tarde de relajación, sino un ritual cultural. En Suecia, la cultura del sauna es sagrada, un espacio para la descompresión física y mental.

"Simplemente pasamos el rato, hicimos la sauna, la inmersión en agua fría y cosas así. Fue bueno para el cuerpo y para relajarnos un poco", explicó Rakell sobre la actividad.

Esta iniciativa fue respaldada por la otra gran figura sueca del equipo, el defensa Erik Karlsson. Tres veces ganador del Trofeo Norris y líder histórico de puntos entre los defensas suecos activos, Karlsson entiende que para sus compañeros norteamericanos, algunas costumbres pueden parecer extrañas al principio. "Sí, tuvimos una tarde de spa ayer. Creo que eso fue muy apreciado por todos, el poder vivir la experiencia de la cultura de la sauna de la manera adecuada", comentó Karlsson. "Fue un buen momento para que los chicos se unieran".

Sin embargo, la exploración cultural tiene sus límites, y en Suecia, ese límite tiene un nombre y un olor muy específico: Surströmming. El arenque del Báltico fermentado es famoso mundialmente por su aroma punzante, y se ha convertido en el "villano" chistoso del viaje, generando una mezcla de curiosidad y terror genuino entre los novatos.

Harrison Brunicke, el joven defensor que está viviendo un inicio de carrera vertiginoso, no ocultó su aprensión ante la posibilidad de una novatada culinaria. "Sí, es genial. Creo que es apenas mi tercer o cuarto viaje en la NHL... pero he escuchado algunas cosas sobre el pescado... el pescado fermentado", confesó Brunicke. "Estoy un poco preocupado. Siento que podrían intentar hacer que los jóvenes lo probemos. Trataré de mantenerme alejado si puedo, pero si tengo que hacerlo, supongo que lo haré".

Afortunadamente para Brunicke y los otros jóvenes, sus anfitriones suecos parecen piadosos. Rakell, ejerciendo su rol de protector, desaconsejó la experiencia. "No creo que esa sea una buena idea. Creo que nos mantendremos alejados de eso. El olor es... es algo con lo que no quieres lidiar". Incluso Karlsson, quien admitió que usualmente anima a sus compañeros a probar todo, trazó la línea en la arena con el arenque fermentado: "No, esa es difícil de vender. Yo ni siquiera me acerco a eso. Lamentablemente, creo que ninguno de ellos lo probará, y no los culpo".

Donde sí hubo consenso y éxito rotundo fue en la cocina más tradicional. Las famosas albóndigas suecas (köttbullar) se convirtieron en el punto de encuentro entre la cultura local y el paladar norteamericano. Para el novato Tanner Kindel, la experiencia fue una revelación que superó cualquier expectativa comercial previa.

"Sí, comí las albóndigas ayer. Estuvieron irreales. Mucho mejores que las de IKEA en casa. Así que sí, me convertí en un gran fanático", dijo Kindel, ofreciendo quizás la mejor reseña gastronómica del viaje. Rakell confirmó el éxito de su menú turístico: "Ha sido muy divertido. Realmente les gusta la comida; las albóndigas siempre son un éxito, y también han probado el Schnitzel".

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Más allá de las anécdotas sobre comida y saunas, este viaje tiene un peso significativo para la cohesión de los Penguins. Kindel, reflexionando sobre lo especial de estar en Europa tan temprano en su carrera ("Creces soñando con jugar en la NHL, y poder comenzar mi trayectoria aquí en Suecia es bastante genial"), también destacó el equilibrio necesario.

"Creo que los veteranos están arrastrando a los más jóvenes a hacer actividades... pero al final del día estamos aquí para ganar dos partidos de hockey", comentó.

Esa es la realidad subyacente. Los Penguins no están solo de vacaciones. Se enfrentan a unos Nashville Predators urgidos de puntos en una serie histórica en el extranjero (tras abrir la campaña 2000-01 en Japón). Con cuatro puntos vitales en juego, la química construida en las saunas y cenas de Estocolmo deberá traducirse en ejecución en el hielo de la Avicii Arena.

Rakell puede que no pueda contribuir con goles o asistencias este fin de semana, pero su labor para unir al grupo y aclimatarlos a su tierra podría ser la "asistencia" más valiosa de la gira. Como bien resumió Brunicke sobre lo que espera llevarse de esta travesía: "Simplemente la experiencia. Estar con los muchachos, la unión del grupo... Solo estoy asimilándolo todo".

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