"Cada uno de los chicos pensaba que ganaríamos este juego", dijo el capitán del Wild Jared Spurgeon. "Creo que esa fue una de las fortalezas de este equipo en el año; que nunca dudamos de otro chico o de un compañero en el vestuario. Estuvimos siempre juntos como uno solo y pienso que eso nos ayudó a llegar hasta aquí".
Cualquier serie que llega al máximo de siete encuentros es pareja y luego de que Minnesota cayera en un bache en los primeros cuatro encuentros, es difícil achacarle razones de peso que haya influido en su eliminación. Al final, pocos daban algo por ellos y aun así forzaron hasta el último suspiro a uno de los favoritos para llevarse la Stanley Cup.
Sin embargo, aquí hay tres factores que pudieron haber hecho la diferencia entre la eliminación y avanzar de ronda.
Disminución en el ataque
Minnesota forzó a Vegas al máximo no por su poderío ofensivo, sino por su buena defensa y lo hecho por el arquero Cam Talbot.
El Wild lució como un equipo diferente en las victorias y en la derrotas. En los tres triunfos ganaron con un marcador global de 8-2 -- incluyendo dos blanqueos --, mientras que en las derrotas fueron goleados 18-5.
Pero en toda la serie hubo un denominador común para Minnesota; la baja ofensiva.
El Wild llegó a los playoffs habiendo anotando 3.21 goles por partido, ubicándose como los octavos mejores en la NHL. Sin embargo, no pudieron continuar ese ritmo en la postemporada, al bajar ese promedio a un minúsculo 1.86; sólo superados por los Blues y Canadiens.
En general, los jugadores de Minnesota, que ninguno superó las tres unidades, sumaron un total de 35 puntos en la serie, por 53 de sus rivales.